Damián era diferente a los demás.
Tal vez porque había nacido de la unión de un toro y un vaso de vidrio.
Pero su capacidad de superar los obstáculos que va plantando la vida lo hizo especial.
Aprendió rápidamente idiomas, gracias a sus tres bocas. Hablaba alemán, castellano e inglés.
Pero una oscura cicatriz en su frente (por la cual despedía un tufo horrible) lo convirtió en un ser básicamente antisocial.
Trabaja actualmente en un aeropuerto internacional. Si lo ven -les aconsejo- no lo saluden ni lo miren. Se enfurece de nada.
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