La carnincería de Mayrä



En el pueblo teníamos una carnicería.

La recuerdo, mientras me prendo un cigarro. El tabaco calma los recuerdos. Porque son dolorosos.

Estaba atendida por Mayrä, un ucraniano que había desertado de la guerra. Un tipo duro, muy gordo, de bigote.

Vendía buena carne. Un poco cara. Pero valía la pena.

Hasta que ocurrió el desastre. Mayrä sufrió un intento de robo. Los maleantes dispararon contra él, antes de huir con el dinero.

El carnicero sobrevivió. Pero ya no fue el mismo.

Cerró la carnicería.

Y desapareció.

Años después, nos llegó la noticia de que había aparecido muerto en un río. Estaba atado, con el cuerpo pintado y sin ojos.

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