Los átomos débiles



El motor de la cabeza cercenada rugió.

Juan, el astronauta designado para pilotear la testa, digitó los cálculos en el ordenador.

"Vuelo listo", expresó la voz robótica.

El hombre giró la perilla roja, luego la verde y, por último, la azul.

La cabeza levantó vuelo, dejando detrás una estela de fuego y cenizas.

Viajó por la Vía Láctea durante siglos hasta hallar el planeta indicado.

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